Cuando vamos por la calle la gente nos mira y emite juicios sobre
nosotros. La cuestión es que siempre damos más importancia a como la gente nos
ve que a como nos vemos a nosotros mismos cuando lo que realmente importa es
nuestra propia mirada. Solo cuando aprendamos a mirarnos sin prejuicios encontramos
nuestra felicidad, que hemos querido representar con los colores del fondo que
quedan como a la espalda de los ojos. Nos empeñamos en buscarla fuera de
nosotros cuando la felicidad, aunque no lo sepamos ver, depende y está en cada
uno.
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